Sandías y melones: Frescos, dulces y bajos en calorías

Son ideales para refrescarnos y mantenernos hidratados, una tentación dulce baja en calorías, que ayuda a depurar nuestro organismo, a combatir numerosas enfermedades y a conservar nuestro cuerpo en forma. Sandías y melones son las estrellas del verano a la hora del postre. Dos grandes frutas (no solo en tamaño), que no pueden faltar en nuestra dieta estival.

Los hay  “melonistas” convencidos y los hay “sandiístas” empedernidos, y también quienes huyen de rivalidades más propias del fútbol y disfrutan del sabor y las propiedades de ambas frutas, primas hermanas, pero con algunas características diferentes.

Conócelas mejor

Comparten el reinado absoluto entre las frutas en lo que respecta al contenido en agua, con un porcentaje que supera el 90% y que puede llegar hasta el 93% en el caso de la sandía, hasta el punto de que dos generosas rodajas de esta fruta equivalen a un vaso de agua. Esto los hace ideales para combatir la deshidratación en verano, especialmente entre mayores y niños.

Sandías y melones son también un aliado perfecto en las dietas de control de peso. Las primeras tienen solo 32 calorías por cada 100 gramos y los segundos únicamente 36 calorías. Además son altamente diuréticos, saciantes y, por su alto contenido en fibra (mayor en el caso del melón), ayudan a combatir el estreñimiento.

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Pero sus ventajas no se acaban ahí. La sandía contiene vitamina A, vitamina C, B1, B6, potasio y magnesio, entre otras. También contiene licopeno y betacaroteno, buenos aliados para prevenir el cáncer; así como citrulina, que ayuda a mejorar el flujo sanguíneo y la actividad cardiovascular. La ingesta de esta fruta contribuye también a combatir la hipertensión por su bajo nivel en sodio, tiene propiedades antioxidantes y refuerza la lucha contra la fatiga muscular.

De la sandía se pueden aprovechar hasta las pepitas, esas que la mayor parte de la gente descarta y que, sin embargo, son fuente de fibra, minerales, proteínas y grasas. Un puñadito a la semana tras pasar por el horno para secarlas, puede ser un buen complemento para nuestra dieta.

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En el caso del melón, tiene más cantidad de azúcar, pero también mayor porcentaje de vitamina C -tanta que puede aportar la mitad de la dosis diaria necesaria para el organismo- vitamina B, potasio y betacaroteno.

Tantos ‘fans’ tiene el melón que es la cuarta fruta más consumida en España, con nueve kilos por persona y año (uno más que de sandía) y eso a pesar de su mala fama nocturna. Según los expertos en nutrición, el refrán “El melón, en ayunas oro; al mediodía plata y por la noche mata”, no tiene base científica y los problemas digestivos que algunos atribuyen a la ingesta de melón una vez se ha puesto el sol pueden deberse más a la temperatura a la que se consume (demasiado frío), o a los elementos con los que se combina que a la presunta mutación nocturna de la fruta.

Otros mitos son los referidos a los métodos casi esotéricos para elegir un buen melón o una buena sandía, aunque algunos trucos ayudan. El peso es un buen indicador del estado de madurez de estas frutas: cuanto más peso, más posibilidades de que estén en su punto de dulzor deseado. Unos golpecitos en la piel (si el sonido que producen es hueco) sugiere también un buen punto de maduración, lo mismo que el olor: si es dulzón vamos por el buen camino.

En sopa fría, en sorbete, en mermelada, como acompañante de la ensalada, como base para un delicioso helado o simplemente en rodajas o dados, como toda la vida, sandías y melones son un clásico del verano con mucho futuro. Y tú ¿eres más de melones o de sandías?

Fuentes: La Vanguardia y Biut

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