El principal componente de las bebidas alcohólicas es el etanol o alcohol etílico, que tiene diferente concentración dependiendo de su proceso de elaboración, de ahí la diferencia entre bebidas alcohólicas fermentadas o destiladas. Las primeras se producen por la fermentación de los azúcares de las frutas o de los cereales, tienen una graduación entre 4 y 13 grados y son la cerveza, el vino y la sidra.
El vino resulta de la fermentación de las uvas frescas o del mosto y su contenido alcohólico es de entre 10 y 13 grados. La cerveza se obtiene a partir de la malta que, a su vez, procede de la transformación de la cebada y otros cereales, y su contenido en alcohol oscila entre 4 y 6 grados. Y la sidra, de las manzanas trituradas y fermentadas, con un contenido en alcohol que ronda los 5 grados.
Cantidades recomendadas por la OMS
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el límite de consumo de etanol al día es de 20g para la mujer (2 bebidas) y 30g para el hombre (3 bebidas). Aunque en ambos casos hay que destacar que la influencia del alcohol en cada organismo depende también de otros factores.
Fuera de estas cantidades, los riesgos por el consumo excesivo de alcohol son muy altos. A corto plazo, puede inducir al coma etílico e, incluso, provocar la muerte. Y a largo plazo, puede provocar hipertensión arterial, cardiopatías, úlceras, cirrosis, psicosis y cáncer, entre otras enfermedades.
Beneficios del consumo de bebidas alcohólicas fermentadas
Una vez que conocemos los límites que recomienda la OMS, podemos decir que la cerveza es una bebida rica en minerales, sobre todo magnesio, fósforo y potasio. Tiene menos calorías que un refresco cualquiera y su contenido en sodio es muy bajo. Ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, ayuda a regular los niveles de colesterol y tiene un importante efecto diurético.
También contiene silicio y fitoestrógenos, que ayudan a prevenir la osteoporosis, y antioxidantes que protegen contra el envejecimiento prematuro y el desarrollo de ciertos tumores. Además, el lúpulo de la cerveza tiene efecto bactericida y antiinflamatorio.
El vino, por su parte, es un gran aliado del corazón, contribuye a aumentar los niveles de colesterol bueno en sangre y previene de complicaciones cardiovasculares. Reduce el riesgo de cáncer de próstata y de pulmón en hombres, y de mama en mujeres. También contiene antioxidantes, mejora la función cognitiva y previene la demencia.
Recientes estudios han revelado que los aficionados al vino suelen comprar alimentos más sanos y tener una dieta más equilibradas que los consumidores de cerveza.
Por último, la sidra, contiene también propiedades antioxidantes, tantas como el vino pero con menos alcohol. Ejerce una función protectora del aparato vascular frente a la esclerosis, previene las enfermedades coronarias, ayuda a regular la presión sanguínea y a la eliminación del ácido úrico. También previene el infarto de miocardio debido a su contenido en pectina, es eficaz para combatir el colesterol, es una bebida diurética y ayuda a hacer la digestión.
Grupo IFA aconseja un consumo moderado de bebidas alcohólicas fermentadas, sin sobrepasar los límites recomendados por la OMS, siempre dentro de una dieta equilibrada y con unos hábitos de vida saludables.