Practicar deporte con regularidad es saludable para todos, grandes y pequeños, siempre que sea una actividad y con una frecuencia e intensidad adaptada a cada edad y forma física. Concretamente, realizar deporte en edad escolar es beneficioso para su salud, ayuda a los niños a prevenir enfermedades, prevenir y/o reducir el sobrepeso, corregir defectos físicos de crecimiento, contribuye al desarrollo de sus huesos y músculos, favorece una mejor alimentación y descanso y les ayuda a coordinar mejor los movimientos corporales.
Pero además de todos esos beneficios para la salud física, está comprobado, y así lo certifica el Consejo Superior de Deportes (dependiente del Ministerio de Educación y Deporte) que practicar deporte en edad escolar influye de forma crucial en su educación. El deporte les ayuda a socializar y hacer amigos, fomenta valores como la disciplina y la cooperación o el trabajo en equipo, les enseña a cumplir normas, a ganar y a perder, les acostumbra a tener responsabilidades, aumenta su autoestima, estimula el cuidado de la higiene y mejora su rendimiento escolar.
Errores de padres, profesores y entrenadores
Ahora bien, la práctica de deporte en edad escolar es beneficiosa en todos los sentidos siempre y cuando se lleve a cabo de forma correcta. Si no, tales beneficios se verán reducidos, eliminados e, incluso, podrían llegar a producir efectos perjudiciales sobre el niño.
Entre las causas que pueden provocar efectos negativos en los niños relacionados con la práctica deportiva destacan la falta de formación, actitud o motivación por parte de aquellas personas que rodean al pequeño durante el desarrollo de la actividad, fundamentalmente hablamos de padres, profesores y entrenadores.
El principal error que suelen cometer los padres se basa en presionar o forzar al niño a practicar determinadas disciplinas deportivas buscando convertirlos en los nuevos Rafa Nadal, Iker Casillas o Mireia Belmonte. Esta actitud puede acabar frustrando al niño, limando su autoestima y empujándole al abandono. Por el contrario, los padres deben motivar a la práctica del deporte como una forma más de diversión, dando una importancia relativa a los resultados obtenidos.
También son perjudiciales determinadas actitudes agresivas por parte de entrenadores, profesores o padres, con el objetivo de “fortalecer el carácter de los niños”. Actuaciones como obligarles a entrenar estando lesionados o castigarles si el resultado no es el esperado, y que, lejos de conseguir tales efectos, todo lo que van a lograr es que el niño se desmotive y relegue u olvide la práctica deportiva a un segundo plano de sus vidas.
Grupo IFA aconseja a los padres escuchar los consejos de entrenadores y profesores sobre las actividades deportivas más recomendables en cada caso, pero también escuchar a los niños, conocer sus gustos y capacidades; porque en el consenso estará el éxito.