La fruta deshidratada es ideal para saciar el apetito entre horas: en el desayuno, a media mañana o por la tarde. Es la mejor opción para aquellos a los que les guste el dulce y la fruta y la podemos llevar siempre en nuestro bolso. Además, tiene muchas propiedades saludables, al fin y al cabo, no deja de ser fruta. ¿Quieres conocer las ventajas de este snack perfecto?
Por qué elegir fruta deshidratada:
La fruta deshidratada se obtiene eliminando todo el agua que contiene la fruta natural, manteniendo sus propiedades intactas. Esto quiere decir que no tiene azúcares añadidos. Eso sí, al extraer la mayor parte de su contenido acuoso, se produce una mayor concentración de nutrientes y azúcares en piezas de menor tamaño y peso. De ahí que deban consumirse con moderación, como pasa con los frutos secos.
También destaca su alto contenido en fibra, lo que favorece el tránsito intestinal. Siguen siendo una fuente de minerales y vitaminas, por lo que su consumo tras practicar deporte permitirá favorecer la recuperación y proporcionar gran cantidad de energía.
Otras razones que hacen que sea el snack perfecto es su practicidad. Si no puedes llevar fruta fresca contigo, la fruta deshidratada es una buena opción: es un alimento no perecedero y muy ligero.
Además, es una opción muy saludable para endulzar recetas. Los dátiles son uno de los mejores sustitutos del azúcar refinado en recetas de repostería. También para endulzar infusiones o batidos y para completar muchos de tus platos: como ensaladas o pastas o tus cuencos de cereales y yogur.
Cómo hacer fruta deshidratada en casa:
Los supermercados nos ofrecen muchas opciones de fruta deshidratada. Podemos encontrarlas en bolsas de mix de varias frutas, o por separado: plátano deshidratado, coco o manzana.
Otra opción es deshidratarlas en casa. Requiere tiempo, pero es una forma muy ecológica y sencilla. Deberás hacerlo en épocas de temperaturas altas, en primavera o verano. Para ello elige la fruta que quieres deshidratar. Las ciruelas, los plátanos, las manzanas y los higos son las más sencillas de preparar. Observa que no estén muy maduras. Córtalas en láminas o en cubos, quitando el corazón y los huesos (las que lo tengan). Coloca la fruta preparada sobre una rejilla y ponlas directamente al sol. Deberás voltear la fruta una vez al día para que seque de manera uniforme y cubrir con una malla para evitar los insectos. Y recuerda, durante la noche guarda las bandejas en una habitación seca.
Si no dispones de las condiciones de temperatura ni del espacio necesario, puedes hacerlo en el horno. De la misma manera coloca la fruta preparada en una rejilla con papel de horno y deja que se seque a 60 grados como mucho y con la puerta abierta, para evitar que se genere vapor. Este proceso puede tardar entre 2 y 3 horas, dependiendo de la fruta que hayas escogido. Cuando observes que está seca pero flexible, ¡estará lista!
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