Los frutos secos son los grandes desconocidos de entre todos los alimentos. Solo nos acordamos de ellos para sentarnos frente al televisor a ver un partido de fútbol o una película. A todos nos gustan pero no sabemos casi nada de la enorme cantidad de nutrientes y beneficios que nos ofrecen. A continuación, revelamos las propiedades de los frutos secos y su importancia en nuestra alimentación.
Deberíamos introducir los frutos secos en nuestra dieta semanal. Eso sí, deben ser crudos y sin sal añadida. De vez en cuando se pueden consumir tostados, pero nunca fritos puesto que así dejan de ser saludables.
Beneficios de los frutos secos
Lo más destacable de los frutos secos es su alto aporte energético, por lo que son aconsejables para desayunar, añadir en la comida del medio día o picar entre horas. Pero no para la noche. También nos proporcionan grasos insaturados que nos ayudan a controlar el colesterol y regulan los niveles de triglicéridos, además de tener mucha fibra, necesaria para favorecer el tránsito intestinal y combatir los trastornos intestinales.
Son una buena alternativa proteínica a las carnes y pescados, que no debemos consumirlos en exceso. Otra de sus cualidades es que son antioxidantes gracias a su vitamina E. La recomendación del Ministerio de Sanidad para un adulto sano y sin sobrepeso es de entre 3 y 7 raciones a la semana, teniendo en cuenta que una ración constituye unos 20 o 30 g. de frutos secos sin cáscara.
Los frutos secos más populares
Las nueces nos aportan omega-3, cobre, manganeso y aminoácido L-arginina. Además, regulan el sistema cardiaco, son antioxidantes, reducen la posibilidad de sufrir daño hepático, previenen algunos tipos de cáncer y benefician el funcionamiento de nuestro cerebro.
Las almendras, habituales en nuestra gastronomía popular, también son antioxidantes, tanto como el brócoli o el té verde. Favorecen la salud cardiaca y regulan el colesterol. Pero no debemos abusar de ellas porque tienen un alto contenido en proteínas.
Los pistachos nos dan más vitamina E que otros frutos secos. Reducen el colesterol, son antioxidantes y antiinflamatorios. Al igual que las almendras, debemos consumirlos con moderación ya que tienen un gran contenido proteínico.
La pipas de girasol contienen vitaminas E y B, cobre, manganeso, selenio, fósforo y magnesio. Su alto nivel de fitoesteroles nos ayuda a mantener una buena salud cardiaca y el sistema inmunológico; también, reducen el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer. ¡No olvidemos comerlas crudas!
Las pipas de calabaza son menos populares por su dificultad al pelarlas. Sin embargo, nos ofrecen una amplia variedad de nutrientes: magnesio, manganeso, cobre, zinc, antioxidantes, fitoesteroles, proteínas; además, combaten la diabetes.