
¿Llevas muchos días con picor en los ojos y la nariz, con lagrimeo, secreción líquida y clara, estornudos, tos seca, dolor de pecho al respirar…? Pues deberías ir al médico ya, porque lo que tú crees que es un simple catarro, podría ser una alergia al polen de invierno en toda regla. Sí, has leído bien, la alergia al polen no descansa en invierno y afecta a entre un 20 y un 40 por ciento de la población española, según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica.
La alergia al polen en invierno aparece en los últimos días de enero y se prolonga hasta primeros de marzo, que es la época de polinización de las plantas cupresáceas. En esta variedad se incluyen plantas como el ciprés común y el ciprés de Arizona, siendo este último el principal responsable del incremento de la polinosis de las cupresáceas en época invernal. Las arizónicas son setos que se encuentran habitualmente en jardines de parques, colegios y nuevas urbanizaciones.
Síntomas y evolución
Es muy importante no confundir esta alergia con un catarro típico invernal, por lo que es necesario analizar las pequeñas diferencias que hay en los síntomas y, sobre todo, su evolución, para poder hacer un diagnóstico acertado ya que el tratamiento es diferente. El catarro es sintomático pero, en el caso de la alergia, es necesario administrar antihistamínicos, tópicos nasales o inhaladores.
Los síntomas de la alergia son picor y enrojecimiento de ojos y nariz, lagrimeo, secreción líquida y clara, estornudos y ataques de tos seca y dolor en el pecho al respirar. Esta sintomatología se agrava en aquellos pacientes que también padecen asma. Esta situación puede durar de cuatro a seis semanas y con una intensidad variable, es decir, con días soleados en los que el paciente empeora y días húmedos y de lluvia en los que la polinización se corta y se observa mejoría en el alérgico.
En el caso de un simple catarro invernal, pueden coincidir muchos de estos síntomas, la diferencia es que la duración es mucho más corta, entre 5 y 7 días, y suelen ir acompañados de fiebre, malestar general y dolor de garganta. Es importante tener en cuenta esto último para acertar con el diagnóstico y aplicar el tratamiento adecuado.
Prevenir la alergia al polen en invierno
La forma de prevenir esta alergia para sencilla, pero no por ello hay que dejar de recordarla. El polen está en el ambiente, es por ello que la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica recomienda evitar estar en estancias al aire libre, sobre todo en días soleados (lo sentimos, así es), evitar paseos por parques, jardines y zonas de urbanizaciones con alta densidad en arizónicas.
Los cambios de temperatura a los que estamos expuestos en invierno tampoco son beneficiosos, ya que provocan una reacción inflamatoria a nivel nasal, rinitis o inflamación de bronquios, que es el asma, por lo que hay que evitarlos en la medida de lo posible. Y, por supuesto, la contaminación ambiental es perjudicial para toda la población, pero a las personas alérgicas les afecta mucho más, ya que el polen de plantas expuestas a la contaminación es mucho más potente, agresivo y con mayor capacidad alergénica que los pólenes en el medio rural.
Además de estas acciones cotidianas de prevención, existe una vacuna antialérgica frente a los pólenes de las cupresáceas, que permite que el organismo tolere este polen, alivia y reduce los síntomas y hace que el asma no evolucione a más.
Grupo IFA aconseja valorar con el médico si la vacunación es una opción recomendable, ya que cada paciente evoluciona de forma diferente, y seguir en todo momento sus recomendaciones.
Fuente: EFE Salud