
Qué es la bronquiolitis. La bronquiolitis es una enfermedad, casi siempre vírica, que afecta principalmente a niños de hasta aproximadamente 2 años de edad, aunque su pico de mayor virulencia se encuentra entre los 2 y 6 meses de edad. A pesar de que es una dolencia común, puede llegar a ser grave y por muchas precauciones que tomemos con nuestros hijos, no existe el riesgo cero. En el artículo de hoy os damos pistas para reducir las posibilidades de infección, distinguir la bronquiolitis del resfriado y saber cómo tratarla.
Síntomas de la bronquiolitis
Es fácil confundirla con un simple constipado ya que ambas tienen síntomas parecidos: mocos, tos y, a veces, fiebre. Si al cabo de dos o tres días la tos del niño empeora, su respiración se vuelve más agitada, al tomar y soltar el abdomen se mueve en exceso y su pecho hace ruidos o silbidos, es altamente probable que nos encontremos ante una bronquiolitis. No necesariamente tiene que ser grave, pero es aconsejable acudir al pediatra. Lo más probable es que con el tratamiento adecuado en casa, en siete o diez días lo supere.
No obstante hemos de vigilar la evolución del pequeño puesto que, en ocasiones, entre el segundo y el tercer día se produce un empeoramiento. Los síntomas más preocupantes son silbidos en el pecho, respiración rápida, costillas marcadas al inspirar y expirar, ausencia de respiración durante unos segundos, fatiga, vómitos, no tomar líquidos, apenas mojar el pañal, somnolencia, tez pálida con labios y cierto grado de cianosis en la punta de los dedos. Si observáis alguno de estos signos no dudéis en adelantar la cita con el pediatra y, si no fuera posible, acudid al servicio de urgencias más próximo.
Prevención y tratamiento de la bronquiolitis
La bronquiolitis se transmite del mismo modo que el constipado, mediante el contacto con las gotitas de saliva, los mocos y las manos de un enfermo. Hay una serie de hábitos cuya adopción es altamente aconsejable para evitar en lo posible el contagio. Lo más importante es alejar a nuestro hijo de niños infectados. Como en todas las enfermedades víricas, es fundamental que las personas que se relacionan con él se laven frecuentemente las manos.
Además y siempre que sea posible, debemos evitar las salas de espera de los centros médicos, así como mantener el espacio en el que se encuentra el pequeño libre del humo del tabaco y de corrientes de aire, eso sí, sin olvidar mantener una adecuada ventilación cada día.
A pesar de todas estas precauciones, puede que en algún momento nuestro hijo sufra bronquiolitis. Al igual que con cualquier otra enfermedad, la automedicación queda absolutamente descartada y hemos de seguir siempre las indicaciones del pediatra.
El niño afectado de bonquiolitis debe beber muchos líquidos, pero no leche ya que fomenta la producción de mucosidad. En este sentido, los lavados nasales con agua salina o suero le aliviarán bastante. Por último y si el pequeño tiene dificultad al respirar, podremos incorporarle un poco colocando un cojín bajo su espalda. Además, hemos de tener en cuenta que le costará comer, por lo que será una buena opción permitirle tomar menos cantidades, pero más frecuentemente, manteniendo así una alimentación adecuada para el niño.