¿No lo sentís? ¡Ya está aquí el verano! Aunque unos tienen más vacaciones que otros, y esos son… ¡los peques! Se merecen un descanso después del largo curso, pero ¿qué hacemos con ellos mientras trabajamos? Los campamentos urbanos o rurales son opciones estupendas. ¿Con cuál os quedáis?
Si tus padres te mandaron a un campamento de verano, no hace falta que te contemos los beneficios que tienen para los niños. Pero para los que no tuvieron la suerte de disfrutar de ellos, vamos a explicar las ventajas tanto de los tradicionales campamentos rurales como de los urbanos. El mayor beneficio de ambos es que los niños aprenden a socializar entre ellos y a resolver sus ‘problemas’ sin el ojo constante de los adultos.
Ventajas de los campamentos urbanos
Una de sus principales ventajas es lo económicos que resultan y la proximidad a nuestra casa o centro de trabajo. Su horario es similar al del colegio por lo que, si pudimos adaptar nuestra rutina laboral, no tendremos mayor problema con el campamento urbano. Las actividades son lúdicas a la vez que formativas y distintas a las han realizado que durante el curso, con lo que nuestros hijos estarán encantados de hacer cosas nuevas y descubrir aficiones.
Tienen diversos talleres de manualidades que atrapan a los peques, como arcilla, pintura, costura, construcción, repostería, etc. Lo que más les gusta es que se pueden llevar a casa y mostrarnos el resultado de su trabajo. Se programan visitas a museos con guías especializados en niños y actividades que atraen su atención. Les llevan al teatro, al cine, a la piscina o hacen excursiones de un día a granjas, etc.
Ventajas de los campamentos rurales
Lo mejor de los campamentos de verano rurales es el contacto con la naturaleza y la actividad física. Los niños exploran en un ambiente totalmente distinto del habitual, todo es novedoso y muy atractivo. Subirse a un árbol, cavar un hoyo, hacer una cabañita con ramas… Estar al aire libre es el mejor regalo que les podemos hacer y si además es en la naturaleza, nuestros hijos disfrutarán de lo lindo.
El hecho de pasar varios días fuera de casa conviviendo con personas que no son las de su entorno fomenta su independencia, autonomía y confianza en sí mismos. Aprenden a negociar, ya no tienen los privilegios que nosotros les damos en casa y son uno más dentro de un grupo. Además de los talleres, excursiones y prácticas en el campo que hagan durante el campamento, otro cambio en sus vidas es que tendrán la responsabilidad de realizar tareas para el grupo que en casa no hacen. Tales como preparar el material de todos para un taller, ayudar en el comedor, en el huerto… vamos, que aprenden a trabajar en equipo.
Con toda esta información esperamos haberos ayudado a elegir entre un campamento urbano o rural. Los dos son una opción estupenda que encantará a nuestros hijos. Os decidáis por el que os decidáis, será un acierto seguro.