Un niño con una autonomía adecuada a su edad será un niño con una autoestima saludable, que le ayudará, en el futuro, a solventar las dificultades que se vaya encontrando, como el primer día de cole. Para lograr este equilibrio es vital que los padres y adultos de su entorno tomemos conciencia de ello.
Confianza entre padres e hijos
Para entablar una relación saludable, de confianza y respeto con nuestros hijos es fundamental mantener una buena comunicación con ellos, implicarles en los asuntos de la familia, en las tareas del hogar y practicar actividades en familia. No se trata de que los niños sean el centro de atención de la familia, ni de dedicarles todo nuestro tiempo, sino de ofrecerles un tiempo de calidad, una escucha activa y empática. Tenemos que ser capaces de ponernos en su lugar para entender la importancia que tienen para ellos asuntos que en principio pudieran no parecérnoslo. Debemos generar una confianza que se mantenga a lo largo de toda su infancia y adolescencia para que no duden en acudir a nosotros cuando sea necesario.
Pensar y tomar decisiones
Desde pequeños tenemos que irles enseñando a pensar y a tomar decisiones. Las opciones que debemos ofrecerles tienen que ser limitadas y adaptadas a su edad. Con esto fortalecemos su seguridad en sí mismos. Al mismo tiempo, hemos de enseñarles dónde están los límites de lo que está bien o no y de lo que es peligroso para ellos. Los niños necesitan límites para sentirse confiados y tranquilos, ellos os lo agradecerán. Para delimitar los márgenes en los que se moverán, debemos ser firmes pero desde el apego, con empatía y mostrándoles nuestro amor.
Independencia
Para fomentar la autonomía en nuestros hijos es necesario adaptar el espacio a sus capacidades. Es decir, que su cama y estantería de cuentos y juguetes deben estar a su altura para que ellos puedan irse a dormir cuándo lo necesiten o bajarse de la cama para ir al baño sin llamarnos, colocar solos sus juguetes cuando acaben de jugar y elegir el cuento que quieren ver. Tienen que tener escalones que pesen poco para que ellos puedan llevarlos a donde los necesiten, como al baño para alcanzar el lavabo o sentarse en el inodoro sin nuestra ayuda.
Ritmo de aprendizaje
Tenemos que tener en cuenta que cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje. No podemos pretender que aprendan a leer antes de tiempo, ni darles juegos o actividades para niños más mayores, ni pedirles que decidan sobre cosas que no les corresponden o exigirles acciones para las que no están preparados. Cuando cometan un error o no consigan hacer lo que se propongan, les enseñaremos a relativizar los fracasos y a valorar el esfuerzo realizado. Lo que sí hay que hacer es celebrar sus logros y aciertos, sin ser excesivos. Existen algunas pedagogías alternativas que fomentan este tipo de educación, como la Waldorf y la Montessori.