Si estás en La Palma durante el 7 y 8 de septiembre, no dejes de celebrar la Danza del Diablo en Tijarafe. Allí, además de saborear la gastronomía típica canaria, podrás disfrutar de estos festejos populares que se celebran desde hace 93 años. Originalmente, tenían lugar solo el 8 de septiembre, día de La Candelaria, pero la celebración en la víspera de la Danza del Diablo ha ido robado protagonismo a las Fiestas de la Virgen. Esta curiosa celebración ha sido declarada Bien de Interés Cultural y Fiesta de Interés Turístico de Canarias.
Pero nunca llueve a gusto de todos, claro está. A los habitantes más mayores de Tijarafe, no les gusta que a esta celebración se la conozca como Danza del Diablo, porque para ellos es la Fiesta de la Virgen de la Candelaria. Afirman, además, que lo del diablo se lo han puesto los forasteros que cada año visitan esta localidad de la Isla de La Palma para asistir a su fiesta y presenciar la lucha entre el bien y el mal. ¿Quieres saber quién ganará este duelo?
El Diablo
Según la tradición, en la víspera del día de la Natividad de la Virgen, Satanás deambula por el mundo a su albedrío. En Tijarafe, en la madrugada del 7 al 8 de septiembre, la orquesta es interrumpida sin previo aviso por el diablo que, precedido de gigantes y cabezudos, hace su entrada en la plaza de la Iglesia. Con sus 100 kg. de peso de armazón y pirotecnia, desafía a la virgen en una explosión de colores, fuegos, tracas y pólvora, representando el infierno al que irán los pecadores.
Durante su baile, el diablo, que fuma puro y lleva pendiente, intentará atraernos a él vacilando e invitándonos a bailar al son de la música. El espectáculo llega a su final con la apoteósica explosión de la cabeza del demonio simbolizando la muerte de Satán y el triunfo de la virgen. Este representante del mal huirá de la plaza, no sin antes pasar por delante de la iglesia y hacer una reverencia a la Señora. Como no podía ser de otro modo, vence el bien sobre el mal, la luz sobre la oscuridad, la virtud sobre el pecado.
La Virgen de la Candelaria
Cuentan que la talla que guardan en la iglesia de Tijarafe llegó a La Palma en el siglo XVI cuando, antes de llegar a su destino en el vecino pueblo de Puntagorda, hubo de ser escondida de los piratas en una cueva del Barranco de Pino Araujo. Al pasar el peligro, intentaron llevarla a su destino por mar, sin éxito por el excesivo peso de la talla. Entonces se interpretó que la Señora quería permanecer en la localidad tijarafeña. Así, por deseo ‘divino’7, es como pasó a ser la patrona del pueblo.
