Los foodies todavía no lo saben, pero la cocina de caza no tiene nada que envidiar a los platos más cool de los restaurantes de moda. Entre las exquisiteces gastronómicas que este tipo de cocina te ofrece puedes encontrarte con croquetas de faisán y leche de cabra, escalopines de ciervo con foie, alubias blancas con liebre o hamburguesas de jabalí, entre otras muchas. Hoy hablaremos de la carne de jabalí. ¡Descubre con nosotros todos sus secretos!
Carne de jabalí vs carne de cerdo
El jabalí es un tipo de cerdo salvaje. El cerdo de granja del que proviene la carne y los embutidos que solemos encontrar en el mercado, desciende del jabalí. Tras siglos de cría, la carne de cerdo ha variado mucho con respecto a la de jabalí. La de cerdo no necesita mucho tiempo de cocción porque es tierna, de sabor suave y de color claro. Sin embargo, la de jabalí tiene un sabor intenso y es más oscura y fibrosa. Por lo que es necesario cocinarla a fuego lento durante largo tiempo para conseguir una textura agradable.
La de jabalí es más saludable que la carne de cerdo puesto que al criarse en libertad tiene menos grasa, es prácticamente magra en su totalidad. Lo que hace que su contenido es colesterol sea muy bajo. También contiene menos calorías que la carne de cerdo. Como la mayoría de las carnes de caza, destaca por ser una gran fuente de vitaminas del grupo B. Además, te aporta hierro, fósforo, potasio y magnesio.
El jabalí en la cocina
El consumo de jabalí se remonta a la Prehistoria. En la antigua Grecia comer jabalí era signo de riqueza. En Roma, no faltaba en los grandes banquetes. Los celtas lo consideraban un animal sagrado y lo nombraron Rey de los Bosques. Pero, no hay que irse tan lejos en el tiempo para encontrar sabrosas recetas con jabalí, ya que forma parte de la cocina tradicional de invierno. En cada lugar te ofrecen sus recetas típicas de la zona. Aunque la carne de jabalí ya ha irrumpido en las cocinas de los chefs más innovadores.
En la actualidad, la encontrarás, principalmente, en Andalucía, Castilla la Mancha y zonas de montaña como los Pirineos. Las partes más apreciadas del jabalí son las paletillas y la cabeza. Se suele escoger a las hembras porque su sabor es algo más suave. Solo las piezas más tiernas se pueden freír o hacer a la plancha. Los platos más habituales son los guisos acompañados por todo lo que el bosque nos ofrece en otoño: bellotas, castañas, trufas, setas, frutos rojos frescos o en mermelada, etc.
Si te animas a cocinarla en casa ten en cuenta que deberás dejarlo reposar en el frigorífico unos días para que la carne se ablande. Otro truco es marinar la carne antes de cocinarla con especias y vino, aceite, vinagre o zumo de cítricos. Los menos atrevidos podéis encontrar en tiendas especializadas embutidos de jabalí, jamón curado o conservas de jabalí guisado.
Si Obélix era capaz de parar una batalla contra los romanos para comerse un jabalí, por algo será. En casa o en un restaurante, un plato tradicional o la cocina más atrevida, te animamos a que pruebes la exquisitez de la carne de jabalí.