Hay ocasiones o etapas en los niños en las que disminuye su apetito. Suele ser una inapetencia transitoria, fisiológica o causada por conductas erróneas. Te contamos como hacer frente a esta situación, a veces desesperante para los padres.
Casusas de la falta de apetito
La inapetencia se define como la disminución del apetito. Y el apetito es el deseo de comer, sentido como un impulso para satisfacer una necesidad placentera de ingesta de ciertos alimentos.
El apetito tiene una doble función, por un lado, la función nutritiva, y, por otro lado, la función placentera.
Esta disminución del apetito puede estar causada por muchos procesos. Es importante investigar la causa para un tratamiento específico.
El apetito se regula por una combinación del hambre, el estado del sistema digestivo, las glándulas endocrinas y los factores psíquicos. Cualquier alteración en alguno de estos tres factores puede llevar a la disminución del apetito, único también a factores externos, como un exceso de calor.
En la infancia, la inapetencia se considera la alteración alimentaria más frecuente y se ha de valorar correctamente para descartar cualquier patología.
¿Cómo actuar ante la falta de apetito?
Lo primero de todo es estar atentos a cualquier factor social o personal que pueda influir en la disminución del apetito. Pero aquí van algunos puntos clave:
- No obligar nunca a comer al niño. Tu hijo sabe lo que necesita y no comerá más de lo necesario. Para muchos padres no comer nada significa no comer lo que ellos creen que necesita. Así que es importante no medir las raciones con ojos de adulto.
- Es importante tener en cuenta que la cantidad de comida necesaria cambia según la edad. A partir del año la velocidad de crecimiento se enlentece un poco, al igual que la cantidad de energía necesaria. Tras los cinco años vuelve a incrementarse el gasto y las necesidades.
- No amenazar ni enfardarse. Los niños pueden sentirse “incomprendidos” si cuando no tienen más hambre son los padres los que se enfadan y le gritan mientras insisten en cebarle.
- Introducir los nuevos alimentos a partir de los 6 meses de manera lenta y progresiva. La alergia puede inducir una negativa a ingerir alimentos como la leche, gluten, huevo que sean incompatibles con su organismo.
- No engañar al niño o distraerle para que coma con cuentos, televisión o juguetes.
- No permitirle picar entre las comidas golosinas o bebidas carbonatadas, solo alimentos saludables si de verdad tienen hambre. Porque pueden aumentar la sensación de saciedad y así disminuir el apetito a la hora de las comidas principales.
- No guardar comida para después. Hay que poner en el plato solamente lo que suela tomar, aunque sean tres cucharadas. Si quiere, ya pedirá más.
- Acostumbrarse progresivamente a comer nuevas cosas. Obligarle a comer siempre el mismo alimento contribuye a que lo rechace toda la vida.
- A veces el niño quiere ser independiente y necesita intentar comer por sus propios medios. Aunque se alargue la hora de la comida y se manche todo, es preferible que lo intente.
- Evitar una dieta monótona o mal presentada, poco atrayente. Favorecer los platos cocinados respecto a los enlatados o precocinados.
- Pídeles que te ayudan en la elaboración de las recetas. Realizar la ingesta rodeado de un ambiente agradable ayuda a aumentar el apetito y la cantidad de comida ingerida.
Ahora cuéntanos, ¿Cómo gestionas la falta de apetito de tus hijos?