Hay una pizza que no se suele ver en las cartas de los restaurantes, la pizza con limón. No, no es una pizza al estilo hawaiana (la pizza con piña) ni nada parecido, es una pizza con “base bianca” (de queso en lugar de tomate) donde el limón acentúa el sabor de un buen queso italiano y la rúcula aporta el resto. Te dejamos con la receta para que pruebes nuevos sabores con tu pizza.
Para la masa:
Los ingredientes para elaborar la masa serán: un kilo y medio de harina de trigo, 10 gramos de levadura fresca, 40 gramos de sal, 50 mililitros de aceite y un litro de agua. El orden a seguir es muy importante: agua, levadura, harina, sal y aceite.
En un bol grande ponemos el agua, la levadura y echamos toda la harina. Amasamos hasta que esté sólida, desde abajo hacia arriba. Hay que quitarle todos los grumos y darle con fuerza. Cuando la masa coja forma y esté más o menos lisa (sin grumos) añadimos la sal y continuamos amasando. Cuando se haya disuelto la sal echamos el aceite y seguimos amasando hasta que lo absorba. Tiene que quedar una bola lisa. La colocamos en un cuenco y la tapamos con film para que fermente fuera de la nevera unas 3 horas.
Después, cortamos la masa en trozos (de unos 250 gramos) y volvemos a amasar en forma de pelotas, haciendo la forma con los dedos hacia dentro. Las dejamos reposar entre 1 y 4 horas para lograr una segunda fermentación.
Sobre una superficie limpia, lisa y con harina, empezaremos a estirarla con la mano, no con rodillo, para conseguir un resultado más esponjoso. Le damos forma con la palma de la mano desde el centro a los bordes, sin aplastar el centro e iremos girándola para conseguir una base con forma.
Montamos nuestra pizza de limón:
Ahora que ya tenemos nuestra masa lista para hornear preparamos los ingredientes. Colocamos la pizza en una bandeja de horno untada con aceite y volvemos a estirar hacia los bordes. Ponemos una mozzarella de bola entera en trozos (luego se fundirá) y unas rodajas de limón muy finitas. Horneamos unos 10 minutos a máxima potencia con el calor desde abajo. Por abajo tiene que quedar dorada para asegurarnos de que la masa está cocida. Cuando esté lista, añadimos la rúcula, pimienta molida y un chorrito de aceite.
Ya tienes tu pizza de queso, limón y la masa más crujiente que puedas imaginar.