La Semana Santa está a la vuelta de la esquina y tenemos el mejor plan para comenzarla: un día de hacer rosquillas en casa. Esta tradición no solo te hará tener provisiones de esta delicia casera durante varios días, si no que será uno de los momentos más divertidos. Los pequeños se lo pasarán genial manchando sus manos con la masa y haciendo la forma de su propia rosquilla. Los mayores disfrutarán transmitiendo esta receta tan antigua. ¡Seguro que da lugar a muchas anécdotas de familia!
Los ingredientes de las rosquillas:
De los conventos brotaron las recetas de la mayoría de los dulces de la Semana Santa. Con ingredientes básicos como huevos, harina, aceite y azúcar, y un espacio en la cocina podremos reproducir esta tradición en casa. Necesitarás: 3 huevos, una pizca de sal, 200 gramos de azúcar, 500 gramos de harina de repostería, 50 ml de anís, 100 ml de aceite, la ralladura de un limón y una cucharada sopera de levadura.
Como siempre, antes de manipular cualquier alimento asegúrate de tener las manos bien lavadas, ya que meteremos bien las manos en la masa. En un cuenco grande añade los huevos y la sal y bate con unas varillas. A continuación, añade el azúcar, la ralladura de limón y la levadura y bate de nuevo. Después el aceite y el anís y vuelve a batir.
Con las manos en la masa:
Después añade la harina tamizada poco a poco y sigue mezclando con las varillas. Una vez que tenemos cierta consistencia en la masa, y antes de terminar de añadir toda la harina, dejaremos las varillas a un lado y terminaremos el proceso con una espátula o con las propias manos. Cuando tengamos una textura lisa dejaremos reposar nuestra bola de masa unos 30 minutos.
Pasado este tiempo, esparce harina en la superficie de la mesa o de la encimera limpia. Coloca la masa y extiéndela con un rodillo de madera.
Llega la parte más divertida: ¡darle forma a las rosquillas! Cogeremos bolitas de masa y le daremos vueltas hasta que queden como pelotas de ping-pong. Después, introduce el dedo para hacer el agujero y extiende la rosquilla para darle forma. No os preocupéis si cada una tiene un tamaño, es parte del encanto de hacerlas en grupo y en casa. Cuando la mesa esté llena de rosquillas y ya no quede ni un solo hueco por ensuciar, habrá llegado el momento de freírlas.
Da color a tus rosquillas:
Esta parte la haremos sin los pequeños de casa. Podrán mirar para aprender, pero mejor dejar la sartén en otras manos. Añade abundante aceite en una sartén profunda. Cuando el aceite coja la temperatura suficiente, podrás freír las rosquillas. Una vez que estén doradas por ambos lados déjalas reposar en un plato con papel absorbente. Por último, espolvorea el azúcar cuando aún estén calientes.
Aunque este proceso haya sido muy divertido, no podemos negar que lo mejor llega con el momento de degustar vuestras propias rosquillas caseras. ¡Felices vacaciones!