No todos se desviven por él, pero para los que sí que lo hacen, el salmón, en todas sus variantes, es uno de los alimentos más deliciosos para degustar. Además, a todos nos suena aquello de, ¡es una comida sanísima! Pero, ¿quieres saber por qué? Hoy te lo contamos todo sobre el rey del pescado azul.
En primer lugar debemos saber qué es el pescado azul. ¿Por qué reciben este nombre solo algunos tipos? Una de las razones, y quizás la más lógica, es por su procedencia: viven en aguas más frías y superficiales que le otorgan un tono más azulado a su piel. Pero la razón más importante para nosotros es que contienen un nivel superior de materia grasa, de entre un 8% y 15%.
Pero esto es algo positivo, pues son grasas beneficiosas para nuestro organismo: su consumo nos ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares y problemas de circulación, y su Omega 3 nos ayuda a controlar los niveles de colesterol. Además, el pescado azul nos aporta proteínas de gran calidad y diversos minerales (yodo, fósforo, magnesio, hierro…). Casi nada, ¿verdad?
Por el contrario, el pescado blanco contiene una menor cantidad de grasa (entre un 1% y un 3%) por lo que tiene menos calorías y son más digestivos. El gallo, el lenguado, la merluza, el bacalao o el rape son algunos de los que entran en esta categoría.
Por tanto, si queremos disfrutar de un buen pescado azul, cuando estemos en el supermercado podemos optar por la sardina, al salmonete, el chicharro, la caballa, el atún y, por supuesto, al salmón, el rey del pescado azul.
Una delicia saludable
El salmón, además de ser un manjar, se ha ganado su reputación como uno de los pescados más saludables del mundo:
- Es fuente de vitaminas B12 y B6.
- Es rico en proteínas, ácidos grasos esenciales, calcio y minerales.
- Es beneficioso para el corazón y el sistema circulatorio gracias al Omega 3, pues evita la formación de coágulos y combate la presión arterial, disminuyendo el peligro de sufrir un ataque al corazón..
- Aporta salud al cerebro y mejora la memoria.
- ¡Nos hace estar más guapos! Nos ayuda a tener una piel más hidratada y actúa contra el envejecimiento prematuro.
Hablamos solo de algunas de las propiedades que contiene este alimento, lo que nos deja sin excusas para no incorporarlo a nuestra alimentación diaria.
Cómo cocinar el salmón
El salmón se puede cocinar y comer de diversas formas, siendo las más comunes a la plancha, hervido o al horno. Lo que menos se aconseja es freírlo, ya que un exceso de aceite contrarresta sus buenas propiedades, dejando de ser entonces un alimento saludable para nuestro organismo.
Si optas por cocinarlo al vapor, tendrás como resultado un plato de lo más sano. Eso sí, te aconsejamos añadir elementos que le aporten sabor al agua: especias, unas gotas de aceite de oliva o algunos vegetales.
Otra forma rica de comerlo es al horno, ¡un clásico! Además de ser otra de las formas más saludable de cocinarlo, ¡apenas ensuciarás! Solo tienes que salpimentar e introducirlo en la bandeja del horno precalentado a 200º C., acompañado de unas gotitas de aceite de oliva virgen extra y dejarlo unos 10 o 12 minutos. ¡Cuidado! Si se te pasa de tiempo, se podría quedar seco.
Existen otras variantes al horno, como por ejemplo, salmón en papillote, es decir, envuelto en papel de aluminio. ¡Una receta muy aconsejable!
Sea cual sea la técnica que emplees, lo ideal es acompañarlo con limón y unas hojas de eneldo, ¡la especia del salmón por excelencia! Pero, si te gusta innovar, prueba a prepararlo con curry rojo o añadiéndole unas setas y verduras.
Un último detalle: ¡no quites la piel del salmón antes de cocinarlo! Tanto si luego te la comes como si no, la piel es una barrera de protección que ayuda a retener los jugos y mantener la carne tierna. Una vez hecha y, si está crujiente, ¡es deliciosa!
Con lo bueno que está y lo fácil que resulta prepararlo, ¡ya no hay excusas! El salmón pasará a formar parte de tu dieta inmediatamente.