La Semana Santa es una de las tradiciones con más arraigo en nuestro país, Sevilla, Zamora, Málaga, León… son algunas de las capitales que tienen la categoría de Interés Turístico Internacional. Sin embargo, la tradición ha hecho que otras localidades más pequeñas se alcen con el título de Interés Turístico Nacional, lo que les hace también ser de obligada visita.
Este es el caso de la Semana Santa de Sagunto, declarada de Interés Turístico Nacional en el año 2004. La localidad valenciana celebra esta tradición desde el S.XV. Está datada concretamente en el año 1492, cuando Fernando el Católico, durante su reinado, concedió franquicias para que repoblasen la Judería de Morvedre tras ser abandonada por los hebreos. Se cree que los fundadores de la cofradía fueron los pertenecientes al gremio de los tejedores de lino que ocuparon esta parte de la Judería Saguntina.
¿Todavía no conoces la Semana Santa saguntina? Te contamos por qué deberías hacerlo
Si aún tienes dudas sobre por qué debes visitar la Semana Santa saguntina, te vamos a dar varias razones para que se convierta en uno de los destinos que querrás visitar en esta fecha.
Las Mayoralias, uno de los sellos de distinción de la Semana Santa de Sagunto
Aunque la Semana Santa de Sagunto destaca por la conservación de los valores tradicionales, su organización es atípica ya que no encontraremos varias cofradías o hermandades como en la mayoría de los lugares de España.
Y es que en Sagunto solo hay y habrá una cofradía que sustenta la Semana Santa de la ciudad valenciana. 2.500 penitentes, que se agrupan en diferentes Mayoralías encargadas de la organización de los diferentes actos, la mayoría de los cuales se llevan a cabo en la Ermita de la Sangre. A este grupo de cofrades se les llama Mayorales, y podrás reconocerlos porque solo ellos llevan el cinturón de cuero en su indumentaria. Se encargan no solo de las procesiones, sino de todo tipo de actos, como representaciones, misas, incluso… ¡los fuegos artificiales!
La pasión Saguntina
Los actos más importantes comienzan el Domingo de Ramos con la bendición de las Palmas y la procesión que lleva el mismo nombre y se alargan toda la semana hasta el Domingo de Resurrección, cuando finalizan con fuegos artificiales al más puro estilo valenciano. Pero entre todos los actos, hay uno destacado que no puedes perderte: La Pasión Saguntina.
Desde el año 2004, tras 140 años de paréntesis, se celebra una representación de la Pasión. Más de 100 actores no profesionales, música y sin faltar los tradicionales tambores y los ‘motets’ se aúnan para escenificar la pasión y la crucifixión de Jesucristo. La escenificación comienza en la iglesia de Santa María y continúa por las calles del casco antiguo hasta el Calvario, donde se lleva a cabo la escenificación de la crucifixión.
Otros de los actos de la Semana Santa de Sagunto que no puedes perderte son la Procesión del Silencio el Miércoles Santo, La Subida al Calvario a las 6 de la mañana del Jueves Santo, donde podrás escuchar el golpeteo de las lanzas de los Sayons en el suelo, el repicar del tambor, los ‘motets’ (rezos y cantos) y La Subasta el Viernes Santo por la tarde.
El Caramelet Saguntino en la Procesión del Santo Entierro
Una de las procesiones más importantes en la Semana Santa de Sagunto es la Procesión del Santo Entierro, sus impresionantes imágenes, el recorrido y sus cuestas, la hacen una de las más especiales, pero si hay algo que caracteriza a Sagunto este día es escuchar por las calles durante el recorrido de los cofrades su tradicional “¡Un caramelet!”.
Y es que durante el paso de la procesión, algunos penitentes caminan al grito de “Purissima Sangre de Jesuctisto” pidiendo una aportación económica para el sostenimiento de la ermita de la Sangre. Con cada donación se entrega el tradicional ‘caramelet’, este caramelo o golosina se lo reclaman los niños, y los que ya no lo son tanto, a los cofrades.
Si te gusta la Semana Santa y quieres conocer una diferente, cargada de tradición, no puedes perderte la Semana Santa de Sagunto, porque quién sabe, puede que te lleves una agradable sorpresa con un rico ‘caramelet’.