Las hay de muchos tipos: cremosa, con galleta, con mermelada, sin mermelada. Si eres amante de los postres y del queso, es difícil escoger una. Pero, ¿sabrías decir no a una tarta de queso japonesa? Te contamos algunos trucos para conseguir que dar un bocado a tu tarta de queso sea lo más parecido a morder el cielo.
Claves previas para la tarta de queso japonesa o algodonosa
Para una tarta de queso necesitarás huevos, queso, azúcar y harina. De cómo manejemos estos ingredientes, dependerá la textura de nuestra tarta. El objetivo es conseguir que se parezca a un soufflé. La tarta de queso japonesa se caracteriza por ser alta y totalmente esponjosa Las claves: cómo mezclar los ingredientes y cómo cubrir el molde.
Cuando hagamos la masa será sobre una fuente de calor. Para conseguir ese calor, calienta agua en un cazo grande y cuando hierva, retira del fuego y coloca encima del cazo un bol. En ese bol harás la masa.
Consigue un molde de horno alto (8 centímetros) y de 20 cm de diámetro. Cubriremos el molde con papel de horno, para evitar que la cocción al baño maría reblandezca la base de la tarta.
Tarta de queso japonesa paso a paso
Los ingredientes son: 250 gramos (g) de queso en crema, 6 huevos, 140 g de azúcar molido o en polvo, 60 g de mantequilla, 100 ml de leche, 60 g de harina, 20 g de maicena, la ralladura de un limón y sal.
1.Precalienta el horno a 200 ºC sin ventilador.
2. En el bol colocado sobre el cazo con agua caliente, echamos el queso y la mantequilla y batimos. Conseguiremos un resultado cremoso con el calor que hemos colocado debajo. Añade la mitad del azúcar (70 g), las yemas de los huevos, la leche, la sal, la ralladura de limón y sigue batiendo. Cuando tengas una mezcla homogénea, retira el cazo con agua caliente. Ya tienes la mitad de la esponjosidad conseguida. Agrega la harina y la maicena tamizadas y mezcla bien.
3. Ahora la otra mitad. Monta las claras a punto de nieve. Para ello añade el zumo de limón y la otra mitad del azúcar poco a poco. Cuando hayas conseguido que triplique su volumen y con textura de espuma, las tendrás a punto de nieve. Añade a la mezcla anterior y mezcla con una varilla.
4. Engrasa el molde de la tarta con mantequilla y enharina. Coloca el papel de horno en la base. Vuelca la masa en el molde, dejando dos centímetros libres por arriba, para que crezca en el horno.
5. Colaca el molde con la masa en el centro de una fuente o bandeja de horno más grande. Sobre esta fuente vierte agua caliente hasta un tercio de la altura del molde e introduce la fuente en la parte más baja del horno. Cocemos al baño maría a 200 º durante 20 minutos.
6. Después, bajamos la temperatura a 160º y cocinamos otros 15 minutos más. Pasado este tiempo, apagamos el horno y dejamos media hora más el pastel dentro. Sacamos la tarta con delicadeza y desmoldamos. No tengas miedo si se tambalea un poco, será señal de que has conseguido la esponjosidad que estábamos buscando.
Una vez que la tarta esté templada, puedes servirla y disfrutar de tu bocado de cielo hecho con tus propias manos.