El trabajo, las reuniones, las clases de inglés, el gimnasio, recoger a los niños, hacer la compra, planificar el fin de semana, preparar la comida, organizar la casa… ¡Demasiadas responsabilidades ineludibles!
Este ritmo frenético en el que nos vemos sumergidos nos obliga a recortar ratitos de aquí y de allá. Una de las maneras que tenemos para ganar algunos minutos, es cocinar en microondas. Pero ¿realmente compensa?
¿Cómo funciona un microondas?
Los microondas generan ondas electromagnéticas que son las responsables de calentar algunos elementos que componen los alimentos, como las grasas, el agua u otros líquidos. Así, los alimentos absorben la energía producida por el microondas. Este procedimiento origina vibraciones, rozamientos y choques entre las moléculas que hacen que aumente su temperatura. Hay expertos que defienden que el choque entre moléculas altera la composición de los alimentos modificando, también, sus nutrientes. Además de perder calidad en cuanto a textura y sabor por la deshidratación que sufren.
El mayor valor del microondas es la velocidad a la que calienta los alimentos. Pero esto, a su vez, es un defecto ya que resulta agresivo para los alimentos. Está extendida la creencia de que el microondas calienta los alimentos de dentro hacia afuera. En realidad, es justo lo contrario. Además, calienta mucho más rápido los líquidos, lo que hace que al cocinar en microondas algunos platos no se calienten de manera homogénea. Esto puede derivar en la aparición de bacterias nocivas para tu salud.
¿Cocinar en microondas perjudica la salud?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque no son absolutamente innocuos, los hornos microondas no suponen un peligro grave para la salud, siempre que se utilicen ocasionalmente y se sigan una serie de recomendaciones. Si bien, calentar la comida o cocinar en microondas de vez en cuando no provocará ningún perjuicio a tu salud, la única manera de alcanzar el riesgo 0 es no utilizarlo nunca. Queda a tu albedrío la frecuencia y el uso que le des al microondas.
Otra cuestión es cómo afecta a los alimentos. Ya hemos explicado el efecto que las ondas electromagnéticas producen en la composición de los alimentos. Al modificar su estructura molecular, pierden gran parte de sus nutrientes (aminoácidos, azúcares, proteínas, minerales, vitaminas y antioxidantes). Es decir, que de nada sirve que cocines platos saludables con variedad de vegetales si en la cocción pierden los nutrientes.
En cuanto al sabor, el aroma y la textura, es obvio que también se ven modificados. Ni la alteración molecular ni la cocción a “supervelocidad”, ayudan a elaborar un plato “rico, rico y con fundamento”, como diría Arguiñano. Nunca una comida preparada en el microondas va resultar tan sabrosa como la cocinada en el fuego. Por algo las abuelas, que son sabias, siguen cocinando a fuego lento.
La falta de tiempo nos obliga a buscar trucos para ganar tiempo en la cocina. Opciones alternativas al microondas, puede ser cocinar a la plancha, asar en el horno varios platos a la vez en distintas bandejas o cocinar al vapor en ollas de dos o tres pisos.